adolescencia
El despertar de la infancia. Es otro de mis pinturas más reconocidas. Al espectador parecen encantarle los enormes ojos verdeazulados que se salen literalmente del rostro de la joven. Creo que su objetivo es no perderse ni un detalle de lo que mira con inquietud. Ya no es una niña, y después de la adolescencia, vendrán la juventud, la madurez y la cuestionable responsabilidad. Yo le encuentro bastante “picassiano”.